Los principales fabricantes de tecnología nos intentan seducir cada año con nuevos productos. La oferta parece infinita y en ocasiones cuesta decidir. Sin embargo todos tenemos claro cuáles son los productos estrella que diseñan las empresas más punteras. Primero fue el ordenador, luego el smartphone y, desde no hace mucho tiempo, el reloj inteligente (smartwatch, en inglés y prácticamente ya en todos los idiomas) se ha ido introduciendo en la vida cotidiana de muchas personas. «¿Me compro un smartwatch?» O, «¿necesito un smartwatch?» Las dos son preguntas recurrentes en los usuarios, tecnófilos o no, que se han planteado en alguna ocasión la compra de un reloj inteligente. Sobre todo la segunda cuestión, sobre la necesidad (si es que existe alguna) o no de adquirir un smartwatch.
Categoría: Programas
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¿Por qué llamamos «ordenador» al ordenador? La palabra proviene del francés «ordinateur», y este del latín «ordinator», aunque en otras partes del mundo se ha impuesto el término computadora, del ingles «computer», también del latín «computare».
¿Y de dónde procede la palabra «informática»? El término aparece en 1957 en un documento de un científico informático alemán: «Informatik: Automatische Informationsverarbeitung», «Informática: procesamiento automático de información».
Un ordenador que «computa», o un computador que «ordena», no importa. La cuestión es que el invento nos permita procesar la información de forma automática (infor-mática) y que su utilización suponga un ventaja frente a la opción de realizar las tareas manualmente. Hay que preguntarse: ¿realmente ordenamos con el ordenador y automatizamos parte del trabajo con él? Si no… ¿para qué?
Evitar el síndrome de Diógenes digital
Todos hemos llegado alguna vez a este punto en el que la tecnología se vuelve en nuestra contra, y lejos de ayudarnos a mantener el orden en nuestra «vida digital», acaba desarrollando en nosotros un Síndrome de Diógenes digital. Con las prisas y en nuestro día a día frente al ordenador, acumulamos documentos, imágenes y vídeos en cualquier lugar. Especialmente en el escritorio, víctima principal de esta invasión imparable de archivos y carpetas. Un lugar, que por una cuestión de concentración, debería ser el más despejado de todos.
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Si las cosas no están ordenadas, perdemos más tiempo buscándolas. Sucede con cualquiera de los objetos que guardamos en casa en cajones y armarios. Así que de vez en cuando organizamos y seleccionamos aquellas pertenencias que queremos tener a mano. Nuestros datos digitales no son un caso aparte y necesitan un tratamiento muy parecido.
Tus datos en la nube
Hace varios años que viene siendo habitual almacenar y compartir archivos y carpetas en Internet. Confiamos en empresas externas que guardan «nuestros bits» en sus servidores. Dropbox o OneDrive son soluciones muy populares que permiten mantener una copia de nuestros datos siempre actualizada, fuera de nuestro ordenador, en eso que llaman «la nube». Con estos servicios de alojamiento y sincronización de archivos — así se llaman — podemos acceder a nuestra información desde cualquier dispositivo, garantizando además que se trata de la última versión de nuestros datos, hayan sido modificado desde un ordenador, tablet o móvil. Ubicuidad de nuestra información y comodidad para acceder a ella.

Este tipo de servicios de alojamiento supone una forma distinta de almacenar nuestra información, pero en esencia, la forma de organizar nuestros datos — archivos y carpetas al fin y al cabo — realmente sigue siendo la misma que cuando aparecieron los primeros ordenadores personales.
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Son las ocho en punto y empezamos el lunes con un primer artículo presentando una herramienta para exprimir algo de tiempo. Decía Henry David Thoreau:
Resulta muy difícil decidir el tema que debe inaugurar este blog. Hay decenas de métodos de organización personal y cientos de aplicaciones que permiten ahorrar tiempo y ser más productivos en nuestro trabajo. Así que es posible que a muchos les sorprenda que sea un programa, y en particular un lanzador de aplicaciones, el que ocupe el primer lugar en este espacio.
Nuestra vida es desperdiciada por los detalles…simplifica, simplifica.
Comienzo con esta categoría de programas porque confieso que es el primer software que instalo en un ordenador cuando este viene de serie, vacío, sin programas instalados. Es mi primer gesto ante un ordenador recién reinstalado (incluso antes de instalar un navegador web distinto al que viene por defecto, algo bastante habitual). Una vez iniciado el sistema por primera vez, voy a Internet y descargo un lanzador de aplicaciones para comenzar a trabajar como a mí me gusta.
Una catapulta es la imagen que me sugiere el término «lanzador de aplicaciones». Para entender por qué, empecemos mejor por el principio.
¿Qué un lanzador de programas?
¿Y qué es un lanzador de aplicaciones? Es una categoría de programas que permite acceder de forma rápida y sencilla a los programas y otros recursos que tenemos instalados en nuestro ordenador. De algún modo, los lanzadores de aplicaciones mantienen actualizado un índice de todo aquello que tenemos guardado en nuestro portátil, tablet o móvil, principalmente la lista de programas, para poder acceder de forma instantánea.
Con esta herramienta ahorramos movimientos y clics de ratón para abrir un programa o un documento. Alguien pensará que solamente son unos segundos y que no merece la pena. Pero al fin y al cabo, los segundos suman minutos, que son los que siempre faltan al final del día. Desde luego, si trabajas habitualmente con tu ordenador, la herramienta es excelente: presionamos una o dos teclas y «lanzamos» (abrimos) el programa que necesitamos. Nos olvidamos de ir buscando entre menús infinitos la aplicación que necesitamos.

Reconozco que la experiencia de utilizar durante años los lanzadores de programas ha sido solo positiva, así que no puedo sino recomendar instalar uno. Es cómodo, fácil de usar y muy práctico.