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Etiqueta: correo electrónico

En busca de la comunicación efectiva: ¿chat o correo electrónico?

Tiempo de lectura: 3 minutos

Aunque algunos no lo crean (mis alumnos, por ejemplo), el correo electrónico se inventó antes que Internet. Fue en los años 60 y décadas más tarde, cuando esta forma de comunicación se popularizó con Internet, afortunadamente, todo todavía podía esperar un poco (las conexiones tampoco nos daban otra alternativa). Y esperábamos, con el preciado don de la paciencia, porque esa era la filosofía del e-mail: yo te envío algo y tu lo lees cuando puedas. Y qué ilusión recibir y abrir el mensajito. Hoy, todo son prisas.

¿Cuándo dejó de ser el chat un sistema de comunicación síncrono? Pero sobre todo, ¿cuándo dejó de ser el correo electrónico un medio de comunicación asíncrono? ¿En qué momento se ha desmontado algo que funcionaba tan bien? De los medios esperamos que evolucionen, pero deberíamos redefinir entonces el propósito de cada canal de comunicación.

Todos caemos alguna vez en la trampa de utilizar el canal incorrecto para comunicar algo. El objetivo es minimizar estos errores y lograr una comunicación menos intrusiva y, sobre todo, más efectiva, seleccionando bien lo que comunicamos y por qué canal lo enviamos.

El correo electrónico: el gran olvidado

Tradicionalmente, el correo electrónico ha sido un canal de comunicación asíncrono. Y debería seguir siéndolo. Es cierto que pocos lo utilizan para comunicar a un amigo algo personal y que no tiene demasiada urgencia, salvo que no dispongan de su número de teléfono y entonces no haya otro canal alternativo. El e-mail sigue siendo el rey en buena parte de los entornos profesionales. En esta categoría también caería cualquier sistema de mensajes o correo interno (no instantáneo) de la empresa, que no tiene por qué ser el correo electrónico tradicional.

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Reconectar tras las vacaciones

Tiempo de lectura: 5 minutos

En tiempo de vacaciones es habitual hacer un esfuerzo extra por desconectar de la rutina diaria en general, y del trabajo en particular. Algunos ponemos especial empeño avisando a nuestro entorno personal y de trabajo que no estaremos disponibles durante varios días. Tanto es así que, para no caer en la tentación (o en la trampa), incluso desinstalamos las aplicaciones móviles que nos puedan mantener atados al trabajo o a rutinas personales diarias de las que también necesitamos alejarnos. Desconectar no solo es recomendable, sino necesario.

En el mejor de los escenarios de descanso, durante las vacaciones hemos estado de viaje, al menos lejos del hogar habitual, sin tener que afrontar las tareas propias que exige una casa, o menos preocupados por ello. Además, en este ambiente ideal de desconexión, no hemos tenido acceso a nuestro ordenador personal y a un televisor, por lo que hemos tenido la suerte de limitar la cantidad de información que nos bombardea cada día. Y quizá menos probable, en unas vacaciones de absoluta desconexión digital, no hemos conectado a Internet con ninguno de nuestros dispositivos, voluntaria o involuntariamente.

En cualquier caso, si hemos disfrutado de unas vacaciones relativamente analógicas y ya estamos de vuelta, es momento de reconectar y volver a la realidad, que, por cierto, también está muy bien. Habrá muchas cosas que se irán «encendiendo» automáticamente, que no dependen de nosotros y que habrá que ir asimilando. Otras, sin embargo, están totalmente en nuestra mano y convendrá ir «enchufándolas» poco a poco. Qué prisa hay.

En mi caso, después de un tiempo de desconexión, me he estado planteando una vez más la mejor forma de ir volviendo a la rutina. Como de costumbre, he decidido hacerlo progresivamente, dando prioridad a lo que realmente importa. Escribir un post sobre este tema no era una urgencia, pero ayuda a organizar ideas y todo lo que tiene que ver la organización al menos es importante.

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Desconecta (I) » El correo electrónico

Cuando aparecieron los primeros smartphones con acceso a Internet (tendrás uno al alcance de la mano ahora mismo), se presentaron tan smart, tan inteligentes que prometieron ser nuestros aliados. Parece que nadie pudo prever que este tipo de alianza también traería consigo algunos inconvenientes. Estos teléfonos inteligentes son ahora los que en muchas ocasiones no nos dejan desconectar completamente del trabajo.

Antes de la era smartphone, cuando terminábamos nuestra jornada laboral, como mucho nos llamaban por teléfono a nuestro móvil si había algo urgente en el trabajo. Y años antes, cuando ni siquiera existían las comunicaciones móviles, tenían que localizarnos en el teléfono fijo de nuestra casa. En este sentido, las cosas ahora han cambiado y pueden llegar a ser un fastidio. La relación con nuestros trabajos también ha sufrido cambios importantes y no todos son positivos.

No seré yo quien culpe a la tecnología, pero si al mal uso que hacemos de los avances en este sector y, por supuesto, de no saber establecer límites razonables. Los dispositivos móviles con acceso a Internet han cambiado reglas que deberían haberse mantenido invariables, solo por sentido común y por responsabilidad. Pensamos que dejamos de trabajar, pero nuestros smartphones nos mantienen conectados (¿atados?) a nuestras empresas y a todas las tareas que debemos realizar para ellas. Resulta que cuando tomamos la decisión de desconectar del trabajo, alguien puede decidir lo contrario, simplemente «asaltando» nuestros dispositivos. Y como decía al principio, en particular nuestro teléfono móvil no es precisamente el mejor aliado en estos casos.

Interrupción, atraco, invasión o allanamiento. Que cada uno elija el sustantivo que mejor defina lo que siente cuando el trabajo se asoma sin avisar durante su tiempo de ocio. Y sobre cómo evitar estas irrupciones empiezo una serie de artículos, cada uno centrado en una tecnología o un aspecto concreto de nuestra organización personal. El primero es un viejo conocido: el correo electrónico.