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Categoría: Efectividad

Objetivos con impacto y una varita mágica

Tiempo de lectura: 3 minutos

Con el nuevo año llegan nuevos proyectos y buenos propósitos para llevarlos a cabo. Y quienes no piensan en objetivos para el año que empieza, estoy seguro de que al menos hacen balance del año que termina. En cualquier caso, es inevitable pensar un poco en ello. Otra cuestión es que nos sentemos frente a una hoja en blanco para dejarlo por escrito.

Personalmente, en los últimos años he ido abandonando el ritual de revisión en profundidad del año que dejábamos atrás. Hacerlo es interesante, pero costoso, como lo es también planificar a conciencia los objetivos para los próximos 12 meses. Es un proceso al que dedicaba bastante tiempo y que, por supuesto, sigo recomendando. Sin embargo, en mi caso particular, fui comprobando que no tenía demasiado impacto. En cuestiones de organización personal, conviene seleccionar bien dónde invertimos el tiempo y ser consciente de la relación coste-beneficio. El exceso de organización o planificación requiere tiempo y no siempre permite avanzar (o empezar).

Como decía, con la entrada del nuevo año, es inevitable reflexionar un poco sobre lo que ha sucedido en los últimos meses. Tampoco es fácil no pensar en los meses que tenemos por delante, qué haremos y qué dejaremos de hacer. Y para ello, a mí me basta con una hoja en blanco. Este año lo hice el 2 de enero en una cafetería y solo necesité un par de columnas en una página de una pequeña libreta. Anoté en ella solo algunas palabras con proyectos, frentes abiertos, temas que son muy importantes para mí y, por qué no, una pequeña lista de deseos. En definitiva, objetivos con diferentes grados de prioridad.

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Decálogo para una comunicación digital más efectiva

Tiempo de lectura: 1 minutos

La comunicación es necesaria. Esto es indiscutible. Lo que merece algo más de debate es el exceso o la falta de comunicación, los canales inadecuados, los tiempos incorrectos, las prioridades equivocadas o la duplicidad de la información. El problema parece más bien una cuestión de contenido, forma y, sobre todo, medida.

Muchos trabajos se basan fundamentalmente en la comunicación. Es su función principal y en este caso particular se debe cuidar bien cualquier aspecto relacionado con el envío y recepción de información. Esto incluye las reuniones, los correos electrónicos y la mensajería instantánea, entre otras tantas formas de intercambiar información. En este escensario de trabajo basado en la comunicación, es difícil reducirla, pero es fundamental establecer también normas y límites claros.

Sin embargo, para otro tipo de profesionales cuyo cometido principal no es enviar y recibir mensajes constantemente, la comunicación ha logrado invadir buena parte de las tareas diarias. Quizá esta tarea es dar clase, investigar, desarrollar un producto o redactar, informes, pero no enviar y atender mensajes a todas horas. Por ridículo que parezca, de vez en cuando cabe preguntarse cuál debería ser nuestra labor principal para centrarnos en las tareas que realmente debemos realizar.

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El «gen» de la productividad: 40 cosas que hacen (y no hacen) las personas superefectivas

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Una persona productiva es aquella que, teniendo que trabajar para vivir, consigue tener tiempo libre para su familia, para sus proyectos personales y para el ocio. Es la definición más acertada de persona productiva que puedo imaginar.

Algunas personas son para mí un referente, por su estilo y actitud ante el trabajo, por el modo en que gestionan sus tareas, por su claridad de ideas o por su capacidad de aprendizaje. ¿Cómo consiguen finalizar con éxito tantos proyectos, no solo profesionales, sino también personales?

La persona productiva se siente satisfecha, no por haber terminado su trabajo eficientemente, que también, sino porque su forma de trabajar le permite disfrutar de su tiempo libre.

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La organización efectiva: una cuestión de planificación y método

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Seguimos con la serie de miniconsejos para empezar el curso bien organizado. Ya hemos abordado el noble arte de tirar, archivar y digitalizar para reducir la cantidad de elementos que poseemos o gestionamos cada día. Este proceso, además de tener un efecto liberador, permite lograr no solo la organización física que necesitamos, sino también el orden mental. Aquello de menos es más.

El siguiente paso es especialmente importante. Aunque muchos se resistan a ello (habitualmente porque requiere tiempo), todos necesitamos un plan y un sistema para organizarnos. Si nos preocupa la efectividad en nuestro trabajo, desde luego necesitamos poner en práctica algún método de organización.

Además, deberemos aprender a diferenciar lo urgente de lo importante, así como a anticiparnos a futuras tareas que puedan aparecer para evitar, con una buena planificación, una avalancha de trabajo en ciertos momentos del curso. Se me ocurren varios puntos básicos que merece la pena que consideres:

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Lo que es y lo que no es ser productivo: 13 mitos y 13 verdades

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«Hoy he tenido un día productivo». Cuando enunciamos esta frase, seguramente estamos expresando satisfacción por el trabajo realizado. Sin embargo, quizá queremos decir simplemente que hemos hecho muchas cosas. Es decir, disponíamos del mismo tiempo que ayer, pero hemos logrado hacer «más cosas». En teoría, con los mismos recursos (tiempo y herramientas), hemos obtenidos más resultados, o eso parece. Pero, ¿mejores resultados?

La productividad tiene que ver con la eficiencia, esto es, la relación entre lo producido y los medios empleados. Ser productivo está bien, pero también hay otras medidas de rendimiento e indicadores de efectividad que hay que tener en cuenta. En ocasiones, cuando hacemos referencia al concepto de productividad en frases como «Hoy he sido muy productivo», es posible que no estemos siendo del todo precisos o quizá queramos decir algo diferente.

Ser productivo no es quedar el primero en una prueba de velocidad. Ser productivo es hacer (ni siquiera ganar) una buena carrera de fondo.

Las ideas de productividad, eficiencia, eficacia y efectividad muchas veces se entremezclan, cuando en realidad cada término hace referencia a un concepto distinto. Recomiendo el artículo de José Miguel Bolivar que explica con claridad las diferencias.

Muchas veces pensamos que somos productivos cuando realizados cierto tipo de acciones o por el modo en que las llevamos a cabo. Curiosamente, hay estilos de trabajo que se consideran productivos cuando realmente deberían ser formas de trabajar muy poco aconsejables. Lo que creemos que es un hábito de trabajo productivo puede resultar incluso contraproducente. Resumo en una lista algunos mitos o falsas creencias sobre la productividad y sus correspondientes verdades.

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